Jugando, los niños adquieren las habilidades necesarias para crecer y moverse en el mundo. Por ello, es fundamental que se propongan juegos y materiales adecuados a las distintas edades, que favorezcan el desarrollo de diferentes habilidades y sigan los cambios de intereses.
El juego es un asunto serio: a través de él, los niños aprenden sobre sí mismos, sobre los demás y sobre el mundo que los rodea.
Precisamente por eso es importante elegir y disponer juegos «diseñados» en el entorno. Los padres, así como los educadores, a menudo se encuentran en el papel de «diseñadores»: están llamados a configurar espacios y materiales para fomentar el juego. ¿Cómo hacerlo de manera efectiva? Diferentes necesidades y habilidades corresponden a cada nivel de desarrollo del niño y, en consecuencia, observar al niño durante sus actividades puede guiar al adulto en la comprensión de lo que necesita. ¿Qué hace el niño espontáneamente? ¿Qué tipo de negocio parece preferir? ¿Arrastrar, deslizar, verter, separar, deslizar, desenrollar, golpear? Las respuestas pueden orientarte en la organización y búsqueda del mejor juego para proponer, es decir, el que responda a las necesidades reales del niño en ese momento.
Los juegos, por lo tanto, se imaginarán con una «fecha límite»: en un momento determinado ya no despertarán interés, porque habrán sido explorados en todo su potencial o porque el niño, ya crecido, ya no encontrará la estimulación adecuada. y satisfacción al usarlos. Será entonces necesario partir de la observación, para comprender cuáles son las habilidades que el niño va afinando y hacia dónde se dirige su interés. El nuevo diseño cobrará vida a partir del resultado de esta observación.
